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Tiempo Argentino: el gran Laiseca ilustrado

Tapa del suplemento Cultura, de
Tiempo Argentino. 5 de mayo de 2013.

“Hay que humanizar el poder para salvar la civilización humana”

Su meganovela Los sorias fue ilustrada por 168 artistas. El resultado fueron otras tantas ilustraciones que se reunieron en un libro, iluSORIAS, que se presentará el 17 de mayo en Mar del Plata y el 8 de junio en la Biblioteca Nacional. El escritor habla de su obra y de la versión gráfica.

Por Julián Velázquez (*)

Entre sorbos de cerveza y reflexivas pitadas al pucho, detrás de esos bigotes prominentes, Alberto Laiseca habla de filosofía y literatura. También sobre el amor y el poder. Si su departamento de Flores estuviera en penumbras, con una luz mortecina y las sombras de las aspas de un ventilador bailoteándole en la cara, se podría decir que está de vuelta en su exitoso programa de I.Sat, contando cuentos de terror. Pero no. El contexto es distinto. Una cama de dos plazas ocupa casi todo el pequeño ambiente. El escritor, sentado al costado de una mesa atiborrada de objetos (pilas de libros, vasos, cajetillas de cigarrillos, un encendedor), está algo encorvado, lo que disimulan sus dos metros de estatura. La cosmovisión de Los sorias, omnipresente, revolotea por la habitación con toda la potencia del género al que pertenece, el realismo delirante: La huida de Personaje Iseka del cuarto que comparte con dos sorias, cuya insoportable intromisión en todos sus asuntos lo lleva a preguntarse si no habrá por ahí una deidad maléfica encargada de “producirlos” para cagarle la vida a la gente, y el desesperado intento por rescatar a su amada; la presencia de vagabundos, considerados animales mágicos a los que está prohibido molestar; el culto de sectas como la de los orejarios e izquierdotesticularios (que se cortan el órgano al que hacen referencia sus nombres, todo sea para satisfacer a los dioses); el reinado de terror del cruel Monitor, que jamás podría integrar ningún cuerpo diplomático porque “poseía tan poco tacto como un orangután que tuviese entre sus patas un jarrón de la dinastía Tang”; y el combate de Decamerón de Gaula con el Anti-ser. Basten esos contados ejemplos para tener una idea de la magnitud del universo laisequiano, enriquecido ahora con 165 ilustraciones.
Carlos Marcos, de la editorial Muerde Muertos que publicará iluSORIAS, comentó que comparten la fascinación por el trabajo de los dibujantes. Y ahora su obra capital está ilustrada. ¿Qué le genera la publicación de iluSORIAS, su libro homenaje?
–Siento un enorme cariño de toda la gente, porque son más de 160 personas que han colaborado, incluyéndola a mi hija, que ilustró el último capítulo. Algunos leyeron Los sorias completo, otros solamente el capítulo que les tocaba. Estos últimos tuvieron que emplear su imaginación para ponerse a la altura de la obra total, una cosa bastante difícil. Me gusta mucho el libro, ha sido un gran esfuerzo colectivo y una muy buena idea. Además, apoya la tercera edición, de Simurg, que tiene que salir dentro de poco.
Los sorias trata sobre la humanización del poder. ¿Identifica a este con algo en particular? ¿Gobiernos, medios de comunicación?
–El poder de los gobiernos sigue siendo el poder de los poderes. Los medios de comunicación tienen su poder, pero no se puede comparar con el poder de un dictador o de un presidente, haciendo diferencias, eh. Es más, incluso si por ejemplo alguien es dictador de un país, los medios de comunicación están al servicio del dictador. Al que se quiera salir un milímetro de eso, se lo mata. El problema con los medios de comunicación es que no tienen ningún ejército ni policía secreta. Los gobiernos, sí.
–Aseguró en una oportunidad que humanizar el poder tenía algo de ingenuo o utópico. Después de tantos años desde la publicación de su novela, ¿aumentó su utopía o se redujo?
–Ni la aumenté ni la reduje, sigo diciendo que es lo que hay que hacer. Porque si no, nos vamos todos a la mierda. Que la gente lo haga o no, es otra cosa. Pero tenemos que humanizar el poder si queremos salvar la civilización humana.
 –En una entrevista dijo que, si ocupara el lugar de Monitor, moriría de estrés por la responsabilidad. ¿Se sentiría más cómodo como Barbudo, el personaje que intenta humanizar al tirano?
–Sería bastante difícil ser el Barbudo, porque ese tirano era muy tirano. Un tipo muy jugado el Barbudo, porque sos amigo de Monitor, le querés cambiar algunas cosas y se levanta un día con la pata izquierda y te degüella o te entierra vivo. Era muy capaz. A mí la humanización me costó muchísimo porque yo era desalmado, era una especie de Monitor chiquitito y después tuve que ser yo mi propio Barbudo para humanizarme. Estoy contento con los resultados, pero de todas maneras no te creas vos que soy un ser definitivamente maravilloso. Saliendo de un lugar tan oscuro como del que yo salí, te diría, flaco, que nunca vas a ser maravilloso. Pero sí mejor persona.
Usted es un gran crítico del nihilismo. Desde su óptica, ¿se podría decir que el Anti-ser tiene un triunfo parcial con la difusión del nihilismo?
–Sí, eso es exacto. El Anti-ser quiere llevar las cosas a la nada. Es lo que se suele llamar el príncipe de las tinieblas o el demonio. Yo lo llamo el Anti-ser poniéndome en una posición metafísica. Si existe el ser y la nada, ¿por qué no va a existir el Anti-ser? El nihilismo es su mejor aliado. Porque los estúpidos que se refugian en el nihilismo, no saben que están dando razones para que el nihilismo tenga razón. Ellos están produciendo la destrucción de todo al no defenderse. El nihilismo es haber renunciado, de manera definitiva, a luchar contra el Anti-ser.
–¿Y qué opina respecto a la posmodernidad, junto a la cual se postuló la muerte del sentido de la historia y las ideologías?
–El posmodernismo es una mentira. Las ideologías se van a terminar con la muerte del ser humano. El posmodernismo es otro de los juegos del Anti-ser, que les tiende diversas trampas a los humanos y muchas veces estos entran como caballos. A raíz de que cayó la URSS, dijeron que era la muerte de las ideologías. ¿De dónde sacaron eso? ¿Qué tiene que ver? Sigue estando en primer lugar la ideología norteamericana, pero además los chinos no han renunciado en absoluto a su propósito hegemónico.
Laiseca no duda en afirmar que Los sorias es su obra maestra. “Empecé a escribirla sin saber que la estaba escribiendo, y sin saber que iba a ser escritor en el futuro (levanta la voz), ¡a los 9 años, loco! Tenía un juego solitario: recortaba figuritas de las revistas, o yo mismo hacía dibujitos, y jugaba a la guerra. Ese fue el comienzo de Los sorias, que lo terminé en 1982, pero digamos que lo sigo escribiendo aún hoy, ¿entendés? A través de todas mis obras. Tengo una novela que estoy escribiendo, que me la debía a mí y a mi juventud. La voy a terminar. Es tan terriblemente dura, que la he dejado por un tiempo. Trata sobre la Guerra de Vietnam. Y también es Los sorias, de alguna manera”, comenta. Alberto, quien dicta un taller literario en el Centro Cultural Ricardo Rojas, se enorgullece de sus discípulos. “Me quieren y escriben muy bien. Yo siempre me alegré mucho de no ser una fábrica de laisequitas. Tienen sus propias obras”, señala. Así como la infancia del escritor en Camilo Aldao (Córdoba) fue clave en el proceso creativo que implicó Los sorias, también lo fue su padre. En una entrevista, se refirió a la relación que mantuvo con él (con quien finalmente logró reconciliarse) como una “dictadura soviética” que influyó en la creación de Monitor, jefe máximo de la Tecnocracia, potencia que se disputa con las dos restantes –Soria y la URSS– el dominio del mundo. Uno de los tantos detalles interesantes de la novela es la existencia de bombas temporales de destrucción masiva.
–¿Qué ocurriría si nos cayera encima una bomba de 120 horas refinadísimas, como la que se menciona en el libro?
–Significaría la destrucción del tiempo, la destrucción del pasado y por lo tanto del futuro. El tiempo siempre tuvo para mí una enorme importancia. Siempre, y más ahora que soy viejito.
–¿Cuál es esa importancia?
–Que si me muero antes de poder hacer ciertas cosas, me va a ir bastante mal en el otro mundo. Mirá, flaco, la única cuenta pendiente que el hombre tiene, y perdón por ser tan vulgar, es el amor. O sea, no estoy enojado con las mujeres, creo que ellas en su inmensa mayoría me quisieron todo lo que pudieron. Pero no fue bastante. Entonces, en el otro mundo voy a estar muy solo. Y entonces, a mis 72 años, tengo que conseguir un amor más o menos completo, o si no voy a estar muy jodido.
 –¿Qué nos puede decir sobre la actualidad literaria argentina? Obras como su novela, que poseen una cosmovisión propia, no abundan.
–Tenemos muy buenos escritores, felizmente. Pero lo que se llama una cosmovisión, eso no, sin que eso niegue el valor de las obras. Después otra cosa que he visto en muchos escritores, que me gustan enormemente, es que tienen mucho nihilismo. No me gusta eso. Y no vamos a dar nombres. Con todas las cosas que me han pasado a mí, suponete si no tendré razones o excusas de sobra para ser nihilista, y no lo soy.
(*) Suplemento Cultura. Domingo 5 de mayo de 2013.

Páginas centrales del suplemento Cultura, de Tiempo Argentino.