Hace mucho frío cuando Artaud el Muerde Muertos es quien sopla | Manifiesto Artaud de Todo

Entre Vidas: Pablo Martínez Burkett y su “Mondo cane”

Pablo Martínez Burkett
(Foto: Mai Albamonte Pizzarro).
Pablo Martínez Burkett: “Los personajes congregados en este libro son náufragos que sobreviven como pueden en esta porquería de mundo”. Por Mauro Yakimiuk, domingo 19 de julio de 2016

A poco de lanzar su libro Mondo cane, el escritor Pablo Martínez Burkett habló con Entre Vidas acerca de su nueva publicación con la editorial Muerde Muertos. Está conformada por 60 relatos cortos que el autor escribió para la revista miNatura y en el que el lector se encontrará con cuentos fantásticos, de terror y ciencia ficción oscura, tal como definió el reconocido escritor. La tapa fue diseñada por la talentosa Mica Hernández, las fotos son de Mai Albamonte Pizarro y la contratapa fue escrita por Juan José Burzi y Laura Ponce.
—¿Qué podés adelantar de tu libro Mondo cane?
—Es una compilación de 60 relatos cortitos que fui publicando en la revista miNatura durante los últimos (casi) 10 años. Con prólogo de Ricardo Acevedo Esplugas, el director de la revista, son cuentos fantásticos, de terror y ciencia ficción oscura, relatos muy a la manera de las weird tales. El asombroso arte de tapa es de Mica Hernández, las fotos son debidas al ojo exquisito de Mai Albamonte Pizarro y las palabras en la contratapa de Juan José Burzi y Laura Ponce, todo un lujo. Creo que Mondo cane representa el catálogo de todas mis obsesiones, esta vez, en dosis homeopáticas así que hay diminutas postales de War Lords de la antigua China, monjes medievales dados a la hechicería, horror sobrenatural, inmortales hastiados de sus muchas vidas, asesinos seriales, chiflados a repetición, escritores tortuosos, zombies y vampiros enlodados en un carnaval sangriento, exorcistas perseguidos por sus demonios, libros prohibidos y sacrílegos, muertos obstinados, matarifes nazis con inclinaciones esotéricas, colonizadores espaciales, feroces inquisidores, viajeros cuánticos, desnaturalizados hijos de Lovecraft, científicos locos, en fin, todas esas bellas personas que me hostigan sin descanso desde toda la vida.
—¿Cómo fue el proceso de selección de los relatos que aparecen?
—La revista miNatura es de publicación bimestral y en cada edición plantea un tema único que tiene que ser contado en no más de 25 líneas. Para mí ha sido una verdadera escuela de escritura considerando que soy un barroco en rehabilitación. Y también un gran desafío, porque sus páginas hospedan a lo mejorcito del género en español a ambas orillas de la mar océana. Así que podría decirse que durante todos estos años miNatura fue como una alcancía y que con Mondo cane rompí el chanchito. Después con José María Marcos seleccionamos los relatos y hete aquí el libro.
—¿Por qué decidiste ese nombre?
Mondo cane es el nombre de uno de los cuentos que, a su vez, remite a película semidocumental realizada en 1962 por unos cineastas italianos que, aún 50 años después, resulta difícil de afrontar por la crudeza de imágenes que exhiben a una humanidad depravada que comete todo género de perversidades, ritos misteriosos, conductas brutales y actos de violencia bestial. Y ese es mi entendimiento del mundo que estamos dejando a nuestros hijos. Un mundo irrespirable. Y no me refiero solamente al deterioro del medio ambiente sino en particular, a la degradación de lo humano que se supone tenemos. Los personajes congregados en este libro son náufragos que sobreviven como pueden en esta porquería de mundo y que, no pocas veces, aguardan la hecatombe final como un castigo pero también como una liberación.
—¿Qué significa para vos volver a publicar con Muerde Muertos?
—Muerde Muertos, de los hermanos José María y Carlos Marcos, es una editorial que ha sabido labrarse su prestigio dentro del género a partir de un sólido catálogo y una cuidada edición de los volúmenes que lo integran. De modo que después de Los ojos de la divinidad es una íntima felicidad que Mondo cane sea editado por ellos. Es estar en casa, en familia. Y un alivio de saberlos tan profesionales, tan comprometidos y tan dedicados a sus autores. Soy un detallista obsesivo (por no decir maniático hinchapelotas que queda feo), y sin embargo, con ellos puedo descansar confiado.
—¿Cuál es tu relato favorito?
—Es como preguntarle a un padre a cuál de sus hijos quiere más. Pero para no esquivar la pregunta, “Ovejas y cabritos” me gusta mucho porque sin evitar ni una de las convenciones del género, es un cuentito sobre uno de los apocalipsis posibles. “El eclipse de Gyllene Draken” también es uno de mis favoritos (tanto como para bautizar así a mi blog) porque cuenta sobre un dragón que, como un Asterión nórdico, se embravece con la chusma local que no alcanza a comprender su condición sagrada. “La tentación de los Santos Vigilantes” es uno de mis temas fetiches: cuando los alienígenas descendieron para fornicar con las monas primordiales. “Un extraño caso de espejismo en la Laguna Epecuén” es otro de mis típicos juegos de falsear uno o dos datos, un par de nombres propios y sacar una historia inaudita pero que se intuye cierta. Y por supuesto, “Mondo cane”, retrato de un mundo futuro donde hay un omnímodo poder, máquinas y aplicaciones sustituyendo casi todo y unos rebeldes con bastante de santos y no menos de locos. Pero estoy siendo muy ingrato con este censo. Además, lo que verdaderamente importa es si lograré que alguno de los cuentos de Mondo cane se convierta en favorito del lector.
—¿De qué te nutrís para escribir las historias?
—Me he pasado la vida leyendo. Leo de a cinco libros a la vez. Soy una desgracia. Así que en todas esas lecturas se pueden identificar a los precursores químicos que me ayudan a precipitar la realidad, ese gran caldo nutricio que me encanta torcer, falsear, fragmentar. Como en la cocina molecular tiendo a hacer una deconstrucción de la realidad hasta llegar a su negación, para luego reformularla, igual pero distinta. Horrorosa. Una realidad oscilante. Al menos ese es mi programa estilístico. Espero que alguna vez me salga.
—¿Tenés pensado escribir algún libro apuntado al género infantil o juvenil?
—Sí. En el colegio de mi hija celebran un día especial para cada niño que es tanto o más importante que la fiesta de cumpleaños. Así para ese día escribí una historia sobre una isla, reinas, magos, pérfidos soldados de fortuna y unos niños que debían atravesar doce trabajos (…) para rescatar el hogar perdido. Ahí está esa suerte nouvelle, la tengo que emprolijar y adaptarla para chicos un poco más grandes y veremos qué resulta.
—¿Cómo se da tu llegada a la revista miNatura?
—En junio de 2007 me presenté en el I Concurso de Mini Cuentos La Gran Calabaza 2007 y salí finalista con el relato “Sospechas baldías” (que obvio está en Mondo cane). A partir de allí Ricardo me invitó a colaborar con miNatura. Por entonces me propuse estar presente en todas las ediciones y si no me equivoco, es una meta que he podido cumplir.
—¿Mondo cane está formado por 60 relatos cortos que van desde lo fantástico, el terror hasta la ciencia ficción, con qué género te sentís más cómodo?
—Dentro del género fantástico me siento como un pez en el agua. Progresivamente he ido enfatizando el registro del terror y ya sea ciencia ficción oscura o fantástico puro, todos mis relatos tienden a pulsar la cuerda del horror más malsano. La verdad es que disfruto mucho escribiendo historias de miedo. Me encanta trabajar sobre ese extrañamiento de lo cotidiano, lograr que lo familiar se vuelva ominoso. Aspiro a que en mis cuentos, lo conocido se vuelva desconocido (que ya sabemos que es el miedo más antiguo) y que el lector experimente ese miedo como algo posible en su vida.
—¿Qué proceso tenés para ponerte a escribir una historia?
—El realismo no tiene ningún tipo de atractivo para mí. Así que siempre estoy atento, tratando para encontrar el hueco que me permita lograr una torsión de la realidad, asestar el golpe que conmueva la solidez de los sentidos, deshilachar cualquier lógica. Esto implica estar muy en contacto con el entorno para pescar lo que no es palabra y resignificarlo con un nuevo enfoque. Soy un cazador de estados que puedan resultar aterradores porque el terror es eso: lo mismo de todos los días pero con otra mirada (a la noche nos asustan cosas que con la luz del día nos parecen una tontera). Mejor ilustrar el proceso con un ejemplo bien reciente: cuando hacíamos las fotos para Mondo cane, estábamos en el Cementerio de la Chacarita, a media luz, en las galerías de los nichos y Mai, la fotógrafa, me pedía que bajara la mirada y la subiera para disparar la toma. Ahí se me ocurrió una historia sobre una situación parecida pero que, cuando el tipo bajaba la vista, veía una sombra que con cada nueva foto se le iba acercando hasta enloquecerlo de miedo. Ya la estoy escribiendo. Esa es mi idea del terror. Cosas que te pueden pasar y de las que no hay forma de defenderse ni prevenirse.
—¿Qué otro proyecto tenés para éste año?
—Tengo que terminar un relato sobre Ziggy Stardust para una antología dedicada a David Bowie que se va a presentar en España que me tiene muy entusiasmado. Darle un cierre a mi novela sobre los vampiros chinos poniendo sitio a un pueblito de San Luis. Y completar otros compromisos editoriales que asumí para el año y que tengo medio postergados. Me parece que voy a necesitar el auxilio de alguno de mis personajes cuánticos para duplicarme y poder hacer todo.