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Emiliano Vuela: “Afuera sigue cayendo ceniza”

Emiliano Vuela.
Emiliano Vuela (Villa Mitre, 1976) integra Osario común. Summa de fantasía y horror (Muerde Muertos, 2013) con el cuento “Afuera sigue cayendo ceniza”, donde una escuela pública parece ser el último refugio contra el avance de los zombis, mientras desde el cielo continúa lloviendo ceniza.

OSARIO COMÚN

La summa de fantasía y horror está compuesta por diecisiete autores contemporáneos que frecuentan la literatura de terror, con selección, introducción y notas de Patricio Chaija, además de un epílogo de los hermanos Carlos y José María Marcos. Integran el libro cuentos de Fabio Ferreras, Mariana Enriquez, Pablo Schuff, Pablo Tolosa, Jorge Baradit, José María Marcos, Walter Iannelli, Alejandra Zina, Claudia Cortalezzi, Ignacio Román González, Gerardo Quiroga, Ricardo Giorno, Sebastián Chilano, Gustavo Nielsen, César Cruz Ortega, Alberto Ramponelli y Emiliano Vuela.

Venta en Librerías: Galernas, Cúspide y Yenny
Venta directa: malpascal@yahoo.com.ar. Valor: $150.-

DE CONAN A LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SUR

“Nací en junio de 1976 y vivo en Villa Mitre desde mis dos años. En mi casa siempre hubo libros, aunque nunca fuimos una familia de intelectuales. Se leía porque gustaba y cuando uno andaba aburrido te mandaban a leer. Mi primer acercamiento a la literatura fue con una serie de cuentos inspirados descaradamente en las películas de ‘Conan, el bárbaro’. De adolescente concurrí al taller literario de Elsa Calzetta, y luego de unos meses de boyar buscando rumbo, me anoté en la carrera de Letras en la Universidad Nacional del Sur. En la actualidad, escribo, soy docente y padre de familia, aunque el orden varía según los gustos y demandas. Publiqué un libro de cuentos titulado ‘Bahías’, otros cuentos participaron de diversas antologías, y trato de escribir siempre que el tiempo lo permita”.

LAS METAMORFOSIS DE EMILIANO VUELA

—¿Qué escritores reconocés entre tus influencias? ¿Qué libros en particular? ¿En qué sentido te han marcado?
—En mi casa siempre hubo libros, de todo tipo. Enciclopedias médicas, de manualidades, novelas rosas, policiales, libros para chicos, historietas, religiosos. Una biblioteca pequeña pero muy heterogénea. Algunos los leí, a todos los hojeé y ojeé. Y algo quedó, supongo. A los doce, dice el relato familiar y mi memoria construida, empecé a escribir. Historias de una épica imposible. Cruce mistongo entre cómics, películas clase B y series de marionetas. A partir de ahí fui más independiente en mis búsquedas. Iba a la biblioteca, escuchaba los que leían otro, chusmeaba mucho. En la adolescencia descubrí a Cortázar y la cosa cambió bastante. Sin dudas, Julio Cortázar es un escritor que me ha marcado mucho. Sobre todo los cuentos y las maneras de narrar, pienso. Estudiando en la Universidad leí mucho de literatura latinoamericana del siglo XX y muchísimo de la argentina. Haciendo de lado los prejuicios académicos también le entraba a los best-sellers como Stephen King, Clive Baker, Chase y similares. Si tengo que pensar en libros puntuales y puntales se me hace difícil construir una lista. De buenas y apuradas digo: “Rayuela”, “El resplandor”, “Desde el jardín” de Kosinski, “El señor presidente” de Asturias, “El juguete rabioso”, “Sobre héroes y tumbas”, “La metamorfosis” de Kafka y “Las metamorfosis” de Ovidio, como para armar una lista muy básica, mechadita y escueta.

LA CIUDAD Y LA NOCHE

—¿Qué obsesiones, preocupaciones y problemáticas aparecen en tus textos?
—Me gusta mucho escribir desde una primera persona, me ayuda a meterme más en la historia (espero que también a los lectores). Al releer mis textos me doy cuenta que los protagonistas en general son jóvenes, hombres y mujeres, pasando a la adolescencia o saliendo de ella, en general de manera traumática. Me interesa mucho la experiencia urbana, lo que implica vivir en la ciudad, las lógicas que rigen la vida en las ciudades y los sentimientos con que nos guiamos en ella. La noche está también presente y suelo manejarme en espacios reconocibles para mí. Las referencias explícitas e implícitas, a la música, el cine y la literatura son habituales.

UNA GUERRILLA LITERARIA

—¿Cómo nacen tus historias? ¿Podés dar algún ejemplo?
—No sé cómo nacen. Pensar en el origen de mis historias, implica pensar en un proceso de gestación del cual no tengo mucha conciencia. Un día me siento y comienzo a escribir. A veces son líneas que puedo retomar tiempo después, otras veces las cosas se dan de corrido. Últimamente, he estado trabajando en una serie de relatos muy breves, con un humor ácido, tirando a jodido. Empezó como una revancha literaria a la empresa que se negaba a dar de baja mi tarjeta de crédito. Se los posteaba en su grupo de Facebook, en el blog o los dejaba en los locales. Una especie de guerrilla literaria que fue sumando textos y bien podría funcionar como librito de combate. Creo que son los únicos textos de los que claramente puedo decir cuál fue su origen (quizás por la cercanía en el tiempo).
—¿Por qué te interesa el horror y la fantasía como campo de expresión?
—Me interesa escribir y no me ato a un género en particular. Mi primer libro de cuentos publicados es completamente realista, con un registro que, pese a ser ficción, se acerca a un registro testimonial. Supongo que la cosa pasa por no tener prejuicios hacia un género. Nunca pensé al horror o la fantasía como un género menor, a la manera de la Academia. Escribo y el género viene junto a ese impulso de sentarme a contar una historia. No considero que el horror y la fantasía sea una elección o un interés específico. Me interesa escribir y después, si hay que hacerlo, ordenemos lo que sale según el género.

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