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“Osario común”: Alejandra Zina, autora de “El centinela”

Alejandra Zina, autora de Osario común.
Alejandra Zina (Buenos Aires, 1974) integra Osario común.Summa de fantasía y horror (Muerde Muertos, 2013) con el cuento “El centinela”, un escalofriante relato de espectros donde una vieja historia de colimbas vuelve una noche cerrada para sugerir un oscuro erotismo que late en una melancólica cena para tres.

OSARIO COMÚN

La summa de fantasía y horror está compuesta por diecisiete autores contemporáneos que frecuentan la literatura de terror, con selección, introducción y notas de Patricio Chaija, además de un epílogo de los hermanos Carlos y José María Marcos. Integran el libro cuentos de Fabio Ferreras, Mariana Enriquez, Pablo Schuff, Pablo Tolosa, Jorge Baradit, José María Marcos, Walter Iannelli, Alejandra Zina, Claudia Cortalezzi, Ignacio Román González, Gerardo Quiroga, Ricardo Giorno, Sebastián Chilano, Gustavo Nielsen, César Cruz Ortega, Alberto Ramponelli y Emiliano Vuela.

ALEJANDRA ZINA: TODO EMPEZÓ CON LAISECA

“Empecé a escribir ficción en el taller de Alberto Laiseca, hace once años. Antes tenía algunos cuentos pretenciosos, un intento de obra de teatro, diarios íntimos, crónicas de viaje, cartas. Tengo publicadas dos compilaciones (Erótica argentina y En primera persona), un libro de cuentos (Lo que se pierde), una novela (Barajas), una cantidad de relatos desparramados en revistas y antologías. En camino, una novela gráfica colectiva, otro libro de cuentos y uno de textos breves, cruza de crónicas y aguafuertes. Doy talleres particulares y en la escuela de cine nacional. A veces corrijo o edito textos de otros, escribí dos programas culturales para Canal Encuentro. Desde hace ocho años organizo con Selva Almada y Julián López el ciclo de lecturas en vivo Carne Argentina”.

LAS CHICAS CONMIGO SON ALICE MUNRO Y ANNE SEXTON

—¿Qué escritores reconocés entre tus influencias? ¿Qué libros en particular? ¿En qué sentido te han marcado?
—Hace dos años descubrí a Alice Munro, y no quise parar de leerla. Me compré todo lo que encontré, sus libros no eran fáciles de conseguir porque eran ediciones españolas que se fueron agotando, los últimos dos me los compré en un viaje a Montevideo. Ahora, con su Nobel a cuesta, se empiezan a ver por todos lados. Sus historias me llegaron justo cuando volvía otra vez a escribir cuentos, me dieron energía, atmósferas nuevas, me animaron a probar relatos un poco más largos, me metieron de forma intensa y compleja en la vida de las mujeres que yo empezaba a explorar. Casi a la misma vez, conocí los poemas de Anne Sexton, que me volaron el corazón. Son los poemas más bellos que leí en mi vida, también hay mujeres, hablan de la masturbación, de los hijos que cuesta criar, de una madre que la subestima, de los maridos que salen a comprar el sueño americano, se pregunta qué estamos haciendo acá con unas imágenes tremendas: El horizonte sangra / y se chupa el pulgar. / El pequeño pulgar rojo / se pierde de vista. / Y me pregunto sobre / esta vida conmigo misma, / este sueño que estoy viviendo. Alice y Anne, en este tiempo, las tengo muy cerca.
—¿Qué obsesiones, preocupaciones y problemáticas aparecen en tus textos?
No sé, creo que lo más recurrente es la vida en la gran ciudad, la vida de las parejas, de las familias donde mandan las mujeres. La soledad, la locura, la mirada de los otros.
—¿Cómo nacen tus historias? ¿Podés dar algún ejemplo?
—Casi siempre lo que me empuja primero es una imagen donde hay un escenario, personajes o una situación que puede ser el clímax o principio de una historia. Hace varios meses se me apareció esto: una madre y sus dos hijas viven alejadas en todo sentido, no se hablan y residen en ciudades diferentes. Un mediodía deciden juntarse y eligen un lugar neutral: una parrilla rutera, en medio del campo, a la altura de Luján. ¿Por qué se encuentran? Eso lo fui sabiendo mientras escribía. Me gustó esa imagen de que las tres lleguen por separado y se reúnan para resolver algo en medio de la nada. Otras cosas que se me ocurren las anoto en un cuaderno, o en papelitos que tiro adentro de un cajón del escritorio y cada tanto releo.
—¿Por qué te interesa el horror y la fantasía como campo de expresión?
—No me considero una escritora de género. El terror y la fantasía me interesan más que nada como lectora (me gustan mucho las novelas de King, Soy leyenda de Matheson, cuentos de Saki, Ambrose Bierce, Shirley Jackson, La pata de mono de W. W. Jacobs). Pero van varios amigos que me dicen que algunas cosas que escribo son inquietantes, que van para ese lado, aunque para mí no es algo consciente o premeditado. Igual ahora me veo adentro de esta summa tenebrosa, pienso que algo habré hecho.